Comprendiendo los conflictos entre árabes y judíos

Para comprender algo de la historia y los conflictos entre árabes y judíos, tenemos que buscarlo en la palabra de Dios.

En el Génesis capítulos 16, 17, 21 y 25 vemos que Abraham tuvo un hijo por Agar, que se llamaba Ismael, y que iba a ser hombre de guerra, iba a morar en medio de sus hermanos, iba a multiplicarse en gran manera y ser nación grande.

Los árabes llegaron casi a ser un imperio mundial en el séptimo siglo, pero luego comenzaron a declinar con su derrota en Tours, Francia, en el año 732 D.C. Han sido guerreros casi siempre, no han ido a vivir entre las otras naciones como los judíos, y todavía desempeñaran un papel en los cumplimientos proféticos. Dios, quien llamo a Abraham y le prometió una tierra especial, en el ombligo de la tierra, repitió la promesa a su hijo Isaac, a Jacob y sus descendientes, a Moisés, a David y a su hijo Cristo Jesús.

Los árabes tienen vastos territorios, Israel tiene un lugar muy pequeño, con las fronteras fijadas por el dueño del universo. Los judíos conquistaron la tierra prometida, quedaron allí por muchos siglos y llegaron a ser un imperio imponente bajo el rey Salomón. Luego en la cautividad babilónica, los judíos fueron llevados a diferentes lugares, pero unos cincuenta mil volvieron en tiempos de Nehemías y Esdras.

Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C., el “judio errante” vivía como peregrino, sin patria, sin templo, y sin paz. Desde el año 1948, 14 de mayo, Israel existe como nación soberana, en su territorio dado por Dios, ganado en guerra, y prometido por las Naciones Unidas. No hay quienes los puedan echar, pues dice la Santa Biblia. “De Jehova es la tierra y su plenitud. El mundo y los que en el habitan”, [Salmo 24:1].
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en el hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo pues el es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre la faz de la tierra y les ha prefijado el orden de los tiempos y los limites de su habitación”, [Hechos 17:24-26].
«Cuando Jehová el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los limites de los pueblos según el número de los hijos de Israel”, [Deut. 32:8].

El mismo Dios prometió a Ismael, por ser hijo de Abraham, que le iba a prosperar, y que le iba a dar doce príncipes o naciones. ¡Es notable que el día 5 de junio de 1967, había doce naciones árabes que iban a la guerra contra Israel! Son las siguientes: Marruecos; Algeria; Libia; Egipto; Yemen; Kuwait; Saudi Arabia; Jordania; Libano; Siria, Irak. Doce naciones de primos en contra de una nación pequeña, con la desventaja de veinte contra uno. Sin embargo, como en tiempos de la Biblia, el ángel de Jehová bajo y dio la victoria a Israel. Es porque el tiempo ha llegado para la total derrota de los enemigos de Cristo.

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Israel todavía ha de sufrir durante la Gran Tribulación, y hasta la gloriosa aparición del Hijo de Dios desde los cielos. El prometido Mesías de Israel es Jesús de Nazaret, crucificado, pero resucitado y ascendido. En el tiempo de la angustia de Jacob, cuando Israel se ‘arrepienta y clame a Jehová’, Dios enviará a su Hijo invicto a rescatar al pueblo escogido, a juzgar a las naciones, a destruir a los ejércitos del anticristo, y a reorganizar al mundo con un gobierno justo y fuerte. La maldición que ha arruinado a la humanidad y la creación será levantada, y habrá, bajo el benigno reinado de Cristo, mil años de paz, prosperidad y progreso. ¡Edad de Oro!

Mientras tanto, oremos por los pueblos que viven en los países del medio oriente, ya que la marcha de los imperios ha dado una vuelta a la tierra desde Babilonia, pasando por Egipto, Europa, América, Japón, la Rusia, etcétera, llegara a Palestina, bajo el gobierno de nuestro Señor. Hay creyentes fieles entre los pueblos árabes, y miles de judíos han aceptado al Señor como Salvador y Rey. Los ojos del mundo están mirando a Israel, y aquella tierra pequeña, que es un mundo en miniatura, sera el centro de la obra de Dios en el mundo, como en los días del Nuevo Testamento.

Yo (el autor de la nota) entre un día en una humilde zapatería en la ciudad de La Habana, Cuba, allí por el año 1940, y supe que el dueño era un anciano judío, de fe ortodoxa, que esperaba la venida del Mesías prometido. Trate de explicarle que nosotros también, los cristianos, estábamos esperando la venida de nuestro Señor Jesús. «Ah», me dijo, “Ojala que venga! ¡Nuestro Mesías podría ser el Jesús de Uds.!» Y asi mismo será:

¡Jesús de Nazaret sera el Libertador de Israel, y la esperanza del mundo!
Las señales anuncian su pronta venida.

Autor: Rdo. Louie W. Stokes. Extraído del libro "Israel".

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