No hay nada en el hombre que obligue a Dios a justificarlo, incluyendo su fe y su arrepentimiento.
> El arrepentimiento no paga por el pecado.
> El remordimiento que siente un criminal por los crímenes cometidos no satisface las demandas justas de la ley.
¡Tampoco la fe paga por el pecado!
¡Sólo la sangre de Jesús puede pagar por el pecado!
La justificación está basada en la sangre de Cristo.