La pionera promotora del aborto y primer mujer presidenta de Chile, Michelle Bachelet, fue nombrada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para dirigir la oficina de derechos humanos de la ONU la semana pasada.
«Cumpliré con toda mi fuerza, energía y convicciones esta gran tarea, cuyo propósito es brindar dignidad y bienestar a todas las personas», dijo Bachelet en un mensaje de video en su cuenta de Twitter luego de que la Asamblea General confirmara su nombramiento el último día viernes 17.

Bachelet es una conocida defensora del aborto que ha hecho una campaña exitosa para despenalizar el aborto en Chile durante su segundo período como Presidenta.
También ha sido una partidaria agresiva de la agenda LGBT, al introducir legislación sobre el matrimonio homosexual en el Congreso de Chile. Perdió la Presidencia chilena ante Sebastian Piñera en las elecciones del año pasado cuando su aprobación alcanzó un mínimo histórico.
Lo que se sabe menos es su defensa del aborto a nivel internacional.

En 2010, Bachelet se convirtió en la primera directora ejecutiva de la súper agencia de la ONU para asuntos de la mujer, ONU Mujeres. Desde el principio, los grupos de abortos celebraron el nombramiento de Bachelet. Durante su mandato de tres años, la agencia alentó el activismo judicial sobre el aborto. Ahora promueve sistemáticamente el aborto en todos los niveles del compromiso de la ONU, incluso en zonas de guerra y mediante la interferencia directa en los asuntos legislativos y judiciales internos de los estados.
Aunque Bachelet es una persona y figura política altamente divisiva en su propio país, ahora tiene la tarea de dirigir imparcialmente lo que se supone que es una oficina no política. La burocracia de derechos humanos de la ONU solo rinde cuentas al Secretario General de la ONU y opera al amparo de la independencia, a diferencia de las agencias de la ONU, que rinden cuentas ante una junta ejecutiva de los estados miembros de la ONU.
Esta falta de responsabilidad ha llevado a que los líderes recientes usen la oficina para promover sus propias agendas políticas, especialmente cuando se trata de asuntos sociales. Recientes Comisarios de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, como se conoce oficialmente, han supervisado la agresiva promoción del aborto y los derechos homosexuales, incluido el matrimonio homosexual, por parte de la burocracia de la ONU, aunque no se puede decir que el derecho internacional incluya ninguna obligación específica.

Gran parte de esta actividad ha permanecido oscura y desconocida, en gran parte debido a que la orientación técnica de la oficina de derechos humanos de la ONU no es vinculante. Aun así, es influyente. La oficina orienta indirectamente la implementación de las resoluciones de la ONU y, por lo tanto, tiene implicaciones reales para la política de la ONU.
La repentina designación y confirmación de Bachelet refleja la falta de transparencia y responsabilidad de la burocracia de derechos humanos de la ONU. Los únicos estados que desafiaron a Bachelet con una agenda concreta fueron Irán que protestó por la intervención de Estados Unidos y Estados Unidos, quien expresó su esperanza de que Bachelet aborde los abusos contra los derechos humanos en Venezuela. Ninguna delegación mencionó el aborto ni los derechos homosexuales.
A pesar de esta controvertida falta de transparencia y rendición de cuentas, la administración de Trump tiene poder de veto sobre cualquier futuro candidato a Secretario General y puede aprovechar esto para ayudar a revertir la defensa del aborto de la ONU y otras extralimitaciones burocráticas a través de Bachelet.
Ya antes de este nombramiento, Bachelet tenía el estatus de favorita para ser la próxima Secretaria General de la ONU. Bachelet es una mujer, y se espera que la próxima Secretaria General sea una mujer, y ella es de América Latina, la región a la que le toca tener un Secretario General. [Fuente]