Si hay una manera de corromper a una sociedad es atacando a los más vulnerables, es decir, a los niños. En el siglo XXI padres de niños pequeños son, en una gran escala, hijos de padres separados, familias rotas y muchos han crecido sin una contención familiar apropiada, por más que suene triste es la realidad.

Esto trae muchas consecuencias ya que con el tiempo se va normalizando el hecho de que hayan familias destruidas, de que los niños crezcan afrontando diferentes retos y problemáticas que no existirían si una familia tradicional y funcional fuera la base de la sociedad, como lo fue durante tanto tiempo.

La familia creada por Dios es un padre y una madre, que se apoyan mutuamente, que se unen y son una sola carne (Mateo 10:7-9), con roles bien definidos y que son de contención, ayuda y guía para sus hijos.

El resultado de familias rotas es una sociedad sin rumbo. Gran parte de lo que sucede en nuestra sociedad hoy en día es consecuencia de décadas de destrucción sistemática del núcleo familiar. Prácticamente todos los casos de niños con disforia de género es resultado de padres fallan como tales, los roles del padre y de la madre fallan. Si a esto le sumamos las grandes compañías, medios de comunicación, Naciones Unidas y programas escolares bombardeando a los niños constantemente, sin lugar a dudas las próximas generaciones van a ser niños, jóvenes y adultos sin un sentido en sus vidas, con cada vez más dependencia de medicamentos, aumento en consumo de drogas y alcohol, depresión y suicidio. Es muy triste.

El diablo siempre muestra el lado colorido de la foto, nunca muestra el lado oscuro de las decisiones que tomamos.

Mattel lanzó su gama de muñecas Creatable World, un juguete sin características de género identificables. Las muñecas tienen el pelo corto pero vienen con una peluca larga y un amplio armario con ropa como sudaderas y tutús.

Según la directora de información del consumidor de Mattel, Monica Dreger, la gama Creatable World se trataba de hacer un juguete que fuera accesible para todos los niños.

Desde su lanzamiento en 1959, Barbie ha sido acusada de promover los estereotipos de género y los estándares de belleza imposibles gracias a las dimensiones poco realistas del cuerpo de la muñeca.

Pero en los últimos años, Mattel ha intentado rectificar esto haciendo que su gama de muñecas sea más inclusiva.