El Reino Milenial: (a) El concepto del reino de Dios

En las Escrituras, la expresión «reino de Dios» en general se refiere a la esfera del gobierno de Dios en el universo. Puesto que Dios ha sido siempre soberano y omnipotente, hay un sentido en que el reino de Dios es eterno. Nabucodonosor, rey de Babilonia que fuera humillado por Dios, dio testimonio de esto cuando dijo: “Bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y el hace según su voluntad en el ejercito del cielo, y en los habitantes de la tierra y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?” (Dn. 4:34-35).

Sin embargo, el gobierno universal de Dios fue desafiado en la eternidad pasada por Satanás y los seres angélicos que se unieron a él en su rebelión contra Dios. Aunque Dios demostró su soberanía juzgando a los rebeldes, la entrada del pecado en el mundo introdujo el programa divino para demostrar la soberanía de Dios en la historia humana. Esto comprende el concepto de un reino teocrático, esto es, un reino en que Dios es el gobernador supremo, aun cuando obra por medio de las criaturas.

Cuando Adán fue creado, se le dio dominio sobre toda la tierra (Gn. 1:26, 28). Sin embargo, en desobediencia a Dios, Adán y Eva comieron del fruto prohibido. En su caída en pecado Adán perdió el derecho de gobierno, y de allí en adelante la soberanía de Dios que había sido entregada al hombre fue delegada en ciertas personas escogidas a quienes Dios entregó el gobierno. Consecuentemente, se ha permitido que algunos hombres reinen a través de la historia. Por ejemplo, Daniel le recordó esto a Belsasar al referirse al hecho de que Dios había castigado a Nabucodonosor «hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre el al que le places (Dn. 5:21).

En el Antiguo Testamento, una demostración importante del gobierno teocrático fue el reino de Israel bajo los reyes Saúl, David y Salomón. Los gobernadores gentiles también pudieron tener una esfera de gobierno político, en el propósito soberano de Dios. Este concepto general de gobierno bajo permisión y dirección divina es mencionado en Romanos 13:1, donde Pablo escribe: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.”

En adición a la soberanía de Dios manifestada en los gobiernos políticos y en sus gobernadores, las Escrituras dan testimonio del gobierno espiritual, en el que Dios gobierna los corazones de los hombres. Esto ha sido así desde el comienzo de la raza humana, y el reino espiritual incluye a todos los que se sujetan voluntariamente a Dios, sean hombres o ángeles. Pablo se refería a este concepto espiritual de reino en Romanos 14:17 al decir: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.”

En el Evangelio de Mateo se hace una distinción entre el uso de las expresiones “reino de Dios” y “reino de los cielos”. Muchos intérpretes consideran estas expresiones como sinónimas, puesto que Mateo frecuentemente usa la expresión “reino de los cielos” en versículos similares a los que en otros evangelios se usa “reino de Dios”. Aunque las expresiones mismas son muy similares, el uso parece indicar que “reino de los cielos” es una expresión más amplia que “reino de Dios”, e incluye la esfera de la profesión de fe, como en la parábola del trigo y la cizaña, donde el “reino de los cielos” aparentemente incluye la cizaña, y en la parábola de la red, donde el reino de los cielos parece incluir peces buenos y malos (cf. Mt. 13:24-30, 36-43, 47-50).

Por otra parte, el reino de Dios no se considera como una esfera de profesión, sino una esfera de verdadera situación espiritual, como se ilustra en Juan 3:5, donde Cristo dice a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Sin embargo, la mayoría de los expositores prefieren el punto de vista de que no hay una diferencia esencial entre los dos reinos.

No obstante, hay una distinción más importante que radica en el contraste entre el reino en la era actual y el reino en el milenio. El reino en la era actual es un misterio, esto es, sus características principales son revelaciones que no fueron dadas en el Antiguo Testamento (cf. Mt. 13); pero el reino en su forma milenial será cumplido después de la segunda venida de Cristo y no es un misterio.

Esto también comprende la distinción entre reino invisible —el gobierno de Dios en los corazones de los creyentes en la era presente— y el reino visible y glorioso de Dios que todos veremos en la tierra después de su segunda venida. Esta distinción es completamente importante y esencial para distinguir entre la era actual como esfera de gobierno divino y el que existirá en el reino milenial.

Existen tres interpretaciones importantes en relación al concepto de reino milenial.

El punto de vista premilenial interpreta las Escrituras diciendo que la segunda venida de Cristo será primero, y luego vendrá un reinado de Cristo de mil años sobre la tierra antes de que el estado eterno de un nuevo cielo y una nueva tierra sean establecido. Se llama premilenial, porque pone la venida de Cristo antes del reino milenial.

El segundo punto de vista es el amilenialismo, que niega que haya un reino milenial literal sobre la  tierra. Generalmente hablando, este punto de vista sostiene que Cristo vendrá en su segunda venida e inmediatamente dará paso a los nuevos cielos y a la nueva tierra sin que haya un reinado de mil años. Este punto de vista interpreta muchos pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamentos que se refieren al reino milenial como predicciones que se están cumpliendo en forma no literal, ya sea en la experiencia actual de la iglesia sobre la tierra o la experiencia de la iglesia en el cielo.

Un tercer punto de vista es el postmilenialismo. Esta interpretación cree que en la edad actual se verá el triunfo del evangelio en el mundo y así se introducirá una edad de oro cuando hasta cierto punto se cumplirán la justicia y la paz profetizadas para el reino milenial. Es llamado postmilenialismo porque considera que la segunda venida de Cristo será el clímax de la edad de oro, y pondrá fin al milenio. El postmilenialismo conservador representa un reinado supre­mo de Cristo sobre los corazones de los hombres por un período literal de mil años. El postmilenialismo más liberal es similar a los puntos de vista de la evolución y considera un avance gradual en el progreso del mundo que culmina en una edad dorada. Debido a todas las tendencias de la historia del Siglo XX, ha habido poca base para creer que la causa de Dios será prosperada en el mundo por medios humanos, y la mayoría de los intérpretes de la actualidad son amilenialistas o premilenialistas.

Aunque se han presentado muchos argumentos en pro y en contra del concepto de un milenio literal, la solución está determinada por el punto hasta el cual las profecías de las Escrituras se interpretan literalmente. En esta discusión se supondría que la profecía debe ser interpretada literalmente en el mismo sentido que cualquier otro tema de la revelación divina. Consecuentemente, muchas predicciones del Antiguo Testamento, así como el capítulo clásico de Apocalipsis 20 en el Nuevo Testamento, se interpretan literalmente como que quieren decir lo que dicen: que habrá un reinado literal de Cristo sobre la tierra después de su segunda venida y antes que sean creados los nuevos cielos y la nueva tierra. El libro de Walvoord The Millennial Kingdom (El reino milenial) presenta argumentos detallados acerca de los diversos puntos de vista sobre el milenio, y es una discusión detallada de esta cuestión.

Grandes Temas Bíblicos.

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