«…y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.» Ap. 13:17.
Yuval Noah Harari, un profesor israelí, se dirigió al Foro Económico Mundial en Davos en enero de 2018 sobre el futuro de la humanidad bajo una dictadura digital. Habló de la fusión de la ciencia de la información y los avances biotecnológicos que utilizan el poder de la biometría para crear algo que aún no hemos imaginado con suficiente claridad. La concentración del poder de los datos en manos de unas pocas entidades corporativas o gobiernos dará un panorama completamente nuevo y espantoso de manipulación, terror y control. No podría haber sido más siniestro.
China ya está muy por delante de otros países en el escaneo, mapeo, almacenamiento y utilización de datos sobre sus ciudadanos para controlar y prevenir cualquier proceso de pensamiento antigubernamental muy similar a una pesadilla orwelliana. En 2020 lanzó su Sistema de Crédito Social con el objetivo de juzgar la “confiabilidad” de sus 1.300 millones de ciudadanos… escalofriante. Este sistema de crédito utiliza un «puntaje de crédito social» para indicar la elegibilidad de una persona para hipotecas o un trabajo, dónde los hijos pueden ir a la escuela y más. Este puntaje se obtendría procesando los datos de cada individuo y de cada actividad que realiza: lugares visitados, personas que conoció, contenido consumido, vacaciones tomadas, medicamentos comprados, libros leídos, películas vistas, impuestos pagados, intimidad disfrutada. Todo con un solo propósito: para construir una cultura de «sinceridad». La verdad es que dictadores y regímenes represivos han sido conocidos por eufemizar tendencias megalómanas. En verdad, todas las personas y entidades legales estarán bajo vigilancia constante y serán calificadas, les guste o no.
¿Qué significa esto realmente en términos existenciales? Lo más importante es que renunciamos a nuestro derecho a pensar. La libertad de pensamiento tal como la conocemos ya no existirá. El estado y cualquier otra entidad que controle nuestros datos biométricos y de redes sociales podrán «piratear» nuestros procesos de pensamiento y manipularlos según su deseo.
En muchos casos esto ya es ineludible. Comprar seguros, abrir cuentas bancarias, adquirir conexiones telefónicas, casas y vehículos: en todas partes, uno es solo un número. El espectro del robo de identidad aún no ha comenzado a una escala epidémica pero cuando eso suceda, enfrentaremos conexiones cruzadas de identidad o incluso borrados de identidad, cambios de identidad y avatares de identidad con o sin nuestro consentimiento.
¿Deberíamos intentar revertir la tendencia? ¿Es siquiera posible? Probablemente no. El pasado ha terminado. El futuro se avecina gracias a Big Data, inteligencia artificial y aprendizaje automático. [Fuente]