Winston Churchill repetía a menudo el famoso dicho: «Aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla». Eche un vistazo a la sociedad actual; se dan las condiciones que precedieron a la caída de muchas grandes civilizaciones. Usted pregunta: «¿Puede salvarse nuestra nación?» ¡Sí! Dios le dijo a Abraham que si podía encontrar tan solo diez personas justas en la ciudad, salvaría a Sodoma y Gomorra del juicio. Y una minoría justa todavía puede salvar a nuestra nación. ¿Cómo? ¡A través de la oración!
Dios dijo: «si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.» Observe cuatro condiciones importantes mencionadas en esta Escritura:
(1) «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado«. El futuro de nuestra nación no está en manos de banqueros, cabezas parlantes de la televisión o políticos; descansa directamente en las manos del pueblo redimido de Dios.
(2) «Y oraren, y buscaren mi rostro«. Dios, que no necesita la autorización o aprobación de nadie para actuar, promete actuar cuando Su pueblo se vuelva a Él y busque Su rostro en oración.
(3) «Y se convirtieren de sus malos caminos«. En lugar de quejarse de lo que está mal en la sociedad, Dios ordena a su pueblo que examine sus propios corazones para ver qué está mal y corregirlo. Y cuando lo hagan, Él promete:
(4) » Yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra«. ¡La verdad es que depende de nosotros, no de ellos! No es demasiado tarde. Nuestra nación aún puede cambiar si oramos y buscamos a Dios con todo nuestro corazón.
Extracto de The Word for Today