Todo el mundo tiene influencia sobre alguien. Es lo que haces con esa influencia lo que determina si es negativa o positiva. Los sociólogos nos dicen que a lo largo de la vida, incluso la persona más tímida e introvertida influirá en unas diez mil personas. Cada interacción que tienes con otra persona la enriquece o empobrece. La influencia nunca es neutral. Y no puede apagarlo, porque está integrado en la estructura de la vida misma. Además, no importa cuál sea tu título. En última instancia, tu personaje determinará si el título te queda bien.
La Biblia dice: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.». Gálatas 5:22–23. Cuando tienes esas cualidades, la gente se alineará para ayudarte, amarte y seguirte.
Pregunta: ‘¿Cómo puedo mostrar todas estas cualidades?’ Hablando humanamente, no puedes. Esa es la mala noticia. Pero la buena noticia es que no es solo una posibilidad, sino una realidad distinta, cuando estás bajo la influencia del Espíritu de Dios. Se cuenta la historia de un niño que se caía de la cama todas las noches y despertaba a su madre con su llanto. Una noche, después de arroparlo una vez más, le preguntó: «¿Cómo es que sigues cayendo de la cama?». Lo pensó por un minuto y luego dijo: ‘Supongo que me quedé demasiado cerca de donde entré’.
La salvación es el punto de partida, pero a menos que pases tiempo todos los días bajo la influencia de Jesús, no madurarás, no maximizarás los dones espirituales que Él te ha dado y no descubrirás ni cumplirás tus dones que Dios te ha dado y asignación en la vida.
Extracto de The Word for Today