Leer primero: LA GRAN CONSPIRACIÓN CRIMINAL DE LA AGENDA DE CARBONO CERO
En 2011, siguiendo el consejo de Joachim Schnellnhuber, del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), Angela Merkel y el gobierno alemán impusieron una prohibición total de la electricidad nuclear para 2022, como parte de una estrategia gubernamental de 2001 denominada Energiewende o Energy Turn, para depender de la energía solar y eólica y otras “energías renovables”. El objetivo era convertir a Alemania en la primera nación industrial en ser “carbono neutral”.

La estrategia ha sido una catástrofe económica. Al pasar de tener una de las redes de generación eléctrica de bajo costo y confiables más estables del mundo industrial, hoy Alemania se ha convertido en el generador eléctrico más caro del mundo. Según la asociación alemana de la industria energética BDEW, a más tardar en 2023, cuando cierre la última planta nuclear, Alemania se enfrentará a un déficit de electricidad. Al mismo tiempo, se está eliminando el carbón, la mayor fuente de energía eléctrica, para alcanzar carbono neto cero. Las industrias tradicionales de uso intensivo de energía, como el acero, la producción de vidrio, productos químicos básicos, papel y fabricación de cemento, se enfrentan a costos crecientes y cierres o deslocalización y pérdida de millones de empleos calificados. La energía eólica y solar ineficiente, hoy cuesta entre 7 y 9 veces más que el gas.
Alemania tiene poco sol en comparación con los países tropicales, por lo que el viento se considera la principal fuente de energía verde. Se necesita una gran cantidad de hormigón y aluminio para producir parques solares o eólicos. Eso necesita energía barata, gas, carbón o nuclear, para producir. A medida que se elimina gradualmente, el costo se vuelve prohibitivo, incluso sin “impuestos al carbono” adicionales.

Alemania ya cuenta con unas 30.000 turbinas eólicas, más que en cualquier otro lugar de la UE. Las gigantescas turbinas eólicas tienen serios problemas de ruido o infrasonidos para la salud de los residentes cercanos a las enormes estructuras y daños causados por el clima y las aves. Para 2025, se estima que el 25% de los molinos de viento alemanes existentes necesitarán ser reemplazados y la eliminación de desechos es un problema colosal. Las empresas están siendo demandadas cuando los ciudadanos se dan cuenta del desastre que son. Para alcanzar los objetivos para 2030, Deutsche Bank admitió recientemente que el estado necesitará crear una “dictadura ecológica”.
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