¿Te imaginas a un apóstol Pablo que, en el Areópago de Atenas (Hechos 17), invita a sus oyentes (seguidores de varias escuelas filosóficas y cultos antiguos) a unirse en oración, cada uno a su propio dios / ideal como signo de fraternidad?
¿Te imaginas a un apóstol Pedro que, al escribir a los cristianos en las cuatro esquinas del Imperio Romano (1 Pedro 1:1), recomiende que presenten peticiones junto con los fieles de las religiones oriental, griega y romana, para invocar el fin de una pandemia?
Para aquellos que tienen una comprensión básica de la fe bíblica, esto es bastante absurdo. No para Roma, sin embargo. De hecho, la Iglesia Católica Romana organizó un «Día de Oración y Ayuno dirigido a los creyentes de todas las religiones» bajo los auspicios del Comité Superior para la Fraternidad Humana para rezar juntos.
Se alentó a los católicos, musulmanes y personas de otras religiones o de ninguna religión a rezar a su propio dios o ideal personal para que cesara la pandemia.
La proximidad bíblica no es fraternidad universal
Antes de examinar los problemas teológicos detrás de la oración interreligiosa promovida por la Iglesia Católica Romana, es importante conocer el contexto de esta iniciativa. El mencionado Comité Superior para la Fraternidad Humana se estableció en 2019, pocos meses después de la reunión en Abu Dhabi entre el papa Francisco y Ahmed al-Tayyeb, Gran Imam de al-Azhar, la Universidad Musulmana en El Cairo (Egipto).
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Esa reunión se centró en la firma del controvertido «Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia». A pesar de los elogios reunidos en los círculos interreligiosos, es un documento controvertido por una simple razón: se une al encomiable intento de construir una sociedad pacífica (especialmente en áreas donde la relación entre la mayoría musulmana y la minoría cristiana es tensa) con la idea de que musulmanes y cristianos son «hermanos y hermanas» orando al mismo Dios. Seguir leyendo Peligroso llamado del papa Francisco para la oración interreligiosa: cada uno a su propio dios