La decisión de de la “junta de supervisión” de Facebook del pasado 28 de Abril, un intento transparente de subcontratar la responsabilidad de la censura a un comité internacional, de extender la prohibición del 45º presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es solo el ejemplo más reciente pero de ninguna manera el más atroz. A principios de esta semana, el banhammer descendió sobre el proyecto digital de la cadena RT «Redfish» sobre publicaciones que criticaban al líder fascista italiano Benito Mussolini y conmemoraba el Holocausto, entre otras cosas.
¿Cómo se llegó a esto? Hace años, en una discusión sobre la censura de los medios, mencioné Internet como la versión moderna del AK-47. Si bien los ejércitos coloniales europeos pudieron conquistar África en el siglo XIX, utilizando ametralladoras y rifles de repetición, no pudieron sostenerlo una vez que el rifle automático Kalashnikov puso a los campesinos en lugares como Congo, Angola y Vietnam en pie de igualdad con los ejércitos occidentales que buscaban reprimirlos.
O, si desea una metáfora más pacífica, fue la promesa de pastos abiertos extendidos a personas que anteriormente habían sido tratadas como ganado, encerradas en graneros de fábricas y alimentadas con desechos de un abrevadero.
Eso fue en marzo de 2011. Facebook, YouTube y Twitter ya existían, pero estaban desafiando a los guardianes y ofreciendo sus plataformas a la gente común como yo. En 2016 todo cambió. Ese fue el año en que Trump pudo eludir a los guardianes corporativos, utilizando esas plataformas para hablar directamente con el pueblo estadounidense.
Seguir leyendo Internet ofreció una vez una promesa de libertad de expresión para todos; desde entonces, Big Tech lo ha convertido en una prisión