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¡Mejor poner de lado la vara de medir!

Antes de la cena pascual, los discípulos se olvidaron de lavarle los pies a Jesús. ¡Mal desempeño! Después de que Jesús explicó que el pan y el vino simbolizaban su próxima crucifixión, comenzaron a discutir quién sería el más grande del Reino. ¡Mal desempeño! En cuestión de horas se habían quedado dormidos esperando a Jesús en el Huerto de Getsemaní. ¡Mal desempeño! Y Jesús sabía que Pedro lo negaría. ¡Mal desempeño! Entonces, ¿cómo los calificó Jesús? ¡No lo hizo! Jesús no califica a la gente. Y tú tampoco tienes que hacerlo.

Encontrará un descanso maravilloso en su alma una vez que deje de calificar a las personas y, en cambio, comience a amarlas desde donde están hasta donde deben estar. En lugar de reprender a los discípulos, Jesús los felicita, recompensa, promueve y los coloca en la lista de honor del cielo. Incluso después de que fallaron en lavarle los pies, Él todavía deseaba comer la Pascua con ellos (ver  Lucas 22:15 ). Alimentado por su amor, dijo: «Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel« Lucas 22: 28–30.

En su noche más agonizante, repartió regalos y dio a sus muy jóvenes discípulos más de lo que jamás dio a nadie en términos de honor y gloria. A sus ojos, todos eran grandes. Él no los calificó por su desempeño, sino por su amor que los motivó a abandonar todo y permanecer con Él en las buenas y en las malas.

Reimar Schultze dice: ‘No establezca estándares para usted mismo. Eso lo puede matar. Así como Jesús amó a sus discípulos entonces, también los ama ahora. ¡Así que deje de preocuparse y molestarse a usted mismo y a los demás!

Extracto de The Word for Today

Jehová es mi pastor

Jehová es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

¡Ven a Jesús hoy! Mañana puede ser tarde.

«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.» Mateo 16:24-27.

Salvacion en Cristo

«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.

Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.

Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.» Efesios 6:1-9.

«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.»  Col. 3:23-24.

Breve comentario sobre el “ábol de la vida”

El “ábol de la vida” es una de las muchas alusiones a Génesis que hallamos en Apocalipsis. A fin de que el hombre no comiera del “árbol de la vida”, Dios sacó al hombre del Edén y puso querubines que guardaran el camino al árbol:

«Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.» Gn. 2:9.

«Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.

Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.»  Gn. 3:22,24.

El “árbol de la vida” aparece aquí y tres veces en Ap. 22: «En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.

«Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.» Ap. 22:2,14,19 —en este ultimo versículo Reina-Valera sigue el Textus Receptus y consigna la traducción “libro”, no “árbol”) como parte de la descripción del nuevo paraíso.

En el N.T. la palabra griega xulon no sólo se refiere al árbol de la vida sino también a la cruz de madera, al madero donde fue crucificado Jesús (Hch. 5:30; 10:39; 13:29; Gá. 3:13). Comp. su uso para hablar de madera en Ap. 18:12 y de un árbol en Lc. 23:31. Es a través de la muerte de Cristo en el madero de la cruz que la humanidad puede tener vida eterna. El “llevó… nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” 1 P. 2:24.

Comentario por el Dr. C. I. Scofield

10 desastres que golpearon EE.UU. cada vez que intentó dividir a Israel

Durante las últimas décadas, cada vez que el gobierno de Estados Unidos ha dado un paso importante hacia la división de la tierra de Israel, ha dado lugar a grandes desastres que han golpeado al país.

Todo esto se repite una y otra vez, y sin embargo, los líderes nunca parecen aprender.

Debido a que Estados Unidos tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, ninguna resolución puede ser pasada sin el apoyo de EE.UU.

En las Escrituras se nos dice repetidamente que Dios bendecirá a los que bendigan a Israel y maldecirá a los que maldicen a Israel.

Los siguientes son diez de los ejemplos más destacados de desastres que han golpeado a EE.UU. luego de que sus líderes le dieron la espalda a Israel:

#1: En 1979 el gobierno de Estados Unidos se negó a vetar una resolución contra Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU. El 22 de marzo de 1979, el gobierno de Carter decidió no vetar la Resolución de las Naciones Unidas 446.

Cuatro días después, el 26 de marzo, el Tratado de Paz entre Egipto e Israel fue firmado en Washington. Como resultado de ese tratado, Israel renunció a una enorme cantidad de territorio. Dos días más tarde, el 28 de marzo, el peor desastre de la central nuclear de la historia de Estados Unidos fue noticia en todo el mundo. El siguiente texto es de Wikipedia:

El accidente de Three Mile Island fue una fusión nuclear parcial que se produjo el 28 de marzo de 1979, en el reactor número 2 de la estación de Three Mile Island de generación nuclear (TMI-2) en el condado de Dauphin, Pennsylvania, Estados Unidos. Fue el accidente más significativo en la historia de EE.UU. en una planta de energía nuclear comercial. El incidente fue clasificado como un cinco en la de siete puntos de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares.

Three Mile Island
Three Mile Island


#2: El 30 de octubre de 1991 el presidente George HW Bush abrió la Conferencia de Paz de Madrid que reunió israelíes y palestinos a negociar por primera vez.

En su discurso de apertura, Bush dijo a Israel que el «compromiso territorial es esencial para la paz». En el mismo momento, «la tormenta perfecta» se estaba fraguando en el Atlántico Norte.

Esta legendaria tormenta viajó 1600 kilómetros en la dirección equivocada y generó olas de más de 10 metros que golpearon directamente en la casa del presidente Bush en Kennebunkport, Maine.

la tormenta perfecta 1991
1991, «La tormenta perfecta»


#3: El 23 de agosto de 1992, la Conferencia de Paz de Madrid se trasladó a Washington DC, y al día siguiente el huracán Andrew tocó tierra en Florida
causando 30 mil millones de dólares en daños. Fue el peor desastre natural hasta ese momento en la historia de Estados Unidos. Seguir leyendo 10 desastres que golpearon EE.UU. cada vez que intentó dividir a Israel

¿Qué significa el término “Hijo del Hombre”?

El nombre “Hijo del Hombre” encuentra su base en el gran pasaje mesiánico de Dn. 7:13:

«Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.»

Nuestro Señor usa esta expresión aprox. ochenta veces para referirse a sí mismo:

«De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.» Mt. 16:28.

« Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.» Mt. 19:28.

«Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,» Mt. 25:31.

«Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.» Mt. 26:64.

«Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.» Mr. 14:62

«Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios.» Lc. 22:69.

Es su nombre como el Hombre representativo, en el sentido de 1 Co. 15:45-47: Seguir leyendo ¿Qué significa el término “Hijo del Hombre”?

La Nueva Jerusalén

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14:1-3

¡Cuán poco sabemos de lo que el Señor nos está comunicando, a modo de consuelo, para desear estar en ese lugar y conocer más de todo ello! Cuando Juan vio la nueva Jerusalén dijo: «La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura… doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales» (Apoc. 21:16).

Según el diccionario bíblico un estadio era aproximadamente 178 metros. Esto quiere decir, que para calcular el tamaño real de la ciudad de Dios, tendríamos primero que multiplicar los 178 metros que tiene un estadio por los 12.000 estadios que tiene la ciudad por cada lado. Esto nos da un total de 2.136.000 metros los que reducidos a kilómetros vienen a ser 2.136 kilómetros por cada lado. Sabiendo entonces que la ciudad tiene 2.136 kilómetros de lado y como la escritura dice que es un cuadrado, si multiplicamos los 2.136 por 2.136, nos dará un área 4.562.496 kilómetros cuadrados. Ahora, si esta cantidad la multiplicamos por 2.136 kilómetros de la altura, tendremos un volumen de 9.745 millones 491.456 kilómetros cúbicos. Este serla el tamaño aproximado de la nueva Jerusalén, si se tratara de un cubo.

Es una ciudad con una extensión aproximada a la mitad del territorio de los Estados Unidos o de Europa. Seguir leyendo La Nueva Jerusalén

Pactos bíblicos: (8) el Nuevo Pacto

«Porque reprendiéndolos dice:
    He aquí vienen días, dice el Señor,
    En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;» (Hebreos 8:8)

El Nuevo Pacto, el último de los ocho grandes pactos de la Escritura, es
(1) mejor (comp. 8:6) que el Pacto Mosaico (Ex. 19:5, ver), no moralmente sino en cuanto a su eficacia (He. 7:19; comp. Ro. 8:3-4).
(2) Está fundamentado en promesas mejores (e.d. incondicionales). En el Pacto Mosaico Dios dijo: “si… guardareis” (Ex. 19:5); en el Nuevo Pacto El no pone condiciones (He. 8:10,12).
(3) Bajo el Pacto Mosaico la obediencia nacía del temor (2:2; 12:25-27); bajo el Nuevo Pacto la obediencia es producto de un corazón y una mente dispuestos (8:10).
(4) El Nuevo Pacto asegura la revelación personal del Señor a todo creyente (v. 11).
(5) Asegura completo perdón de pecados (v. 12; 10:17; comp. 10:3).
(6) Se basa en una redención que ha sido conseguida (Mt. 26:27-28; 1 Co. 11:25; He. 9:11— 12:18-23). Recuérdese que en el N.T. la palabra griega diatheke se traduce “testamento” y asimismo “pacto”.
(7) Asegura la perpetuidad, conversión futura y bendición de una Israel arrepentida, con quien el Nuevo Pacto aun debe ser ratificado (10:9; comp. Jer. 31:31-40 y 2 S. 7:8-17).

Los ocho pactos, resumen:

(1) El Pacto Edénico (Gn. 2:16, VER) condiciona la vida del hombre en la inocencia.
(2) El Pacto Adánico (Gn. 3:14, VER) condiciona la vida de los hombres caídos y promete un Redentor.
(3) El Pacto Noeico (Gn. 9:16, VER) establece un principio: la vida en la tierra es vida bajo gobierno humano.
(4) El Pacto Abrahámico (Gn. 12:2, VER) funda la nación de Israel y confirma, con adiciones específicas, la promesa de redención hecha a Adán.
(5) El Pacto Mosaico (Ex. 19:5, VER) condena a todos los hombres, “por cuanto todos pecaron” (Ro. 3:23; 5:12).
(6) El Pacto Israelí (Dt. 30:3, VER) asegura la restauración final y la conversión de Israel.
(7) El Pacto Davídico (2 S. 7:16, VER) establece la perpetuidad de la familia davídica (cumplido en Cristo, Mt. 1:1; Lc. 1:31-33; Ro. 1:3) y del reino davídico sobre Israel y sobre toda la tierra, que será cumplido en y por Cristo (2 S. 7:8-17; Zac. 12:8; Lc. 1:31-33; Hch. 15:14-18; 1 Co. 15:24).
(8) El Nuevo Pacto (He. 8:8) se basa en el sacrificio de Cristo y asegura la bendición eterna de todos los que creen, bendición prometida por el Pacto Abrahámico (Gá. 3:13-29). Es absolutamente incondicional, y en vista de que no consigna responsabilidades al hombre, es terminante e irreversible. Seguir leyendo Pactos bíblicos: (8) el Nuevo Pacto

Pactos bíblicos: (7) el Davídico

«Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.» 2 Samuel 7:16

El Pacto Davídico (vv. 8-17) sobre el cual se fundaría el futuro reino de Cristo, “del linaje de David según la carne” (Ro. 13), proveía para David:

(1) la promesa de posteridad en la casa de David;
(2) un trono simbólico de autoridad real;
(3) un reino o gobierno sobre la tierra;
y (4) la certeza del cumplimiento, porque las promesas a David hablaban de un trono que será “estable perpetuamente».

Salomón, cuyo nacimiento predijo Dios (v. 12), no recibió la promesa de descendencia perpetua, pero sólo la seguridad de que
(1) edificaría casa al nombre de Jehová (v. 13);
(2) su reino será establecido (v. 12);
(3) su trono — su autoridad de rey— será perpetuo;
y (4) si Salomón pecaba, sería castigado pero no depuesto.

La continuación del trono de Salomón, pero no así de su descendencia, demuestra la exactitud de la predicción. Israel tuvo nueve dinastías; Judá tuvo una.

Cristo nació de María, que no era del linaje de Salomón (Jer. 22:28-30); El fue descendiente de Natán, otro hijo de David (comp,  Lc. 3:23-31; y Lc. 3:23). José, el esposo de María, era descendiente de Salomón y a través de él el trono legalmente pasa a Cristo (comp. Mt 1:6,16). De esta manera el trono, pero no la simiente, provino a través de Salomón, lo cual constituye el cumplimiento preciso de la promesa de Jehová a David. Seguir leyendo Pactos bíblicos: (7) el Davídico

Pactos bíblicos: (6) el Israelí

«Entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios.» Deuteronomio 30:3

El Pacto Israelí señala las condiciones bajo las cuales Israel entraba en la tierra prometida.

Es importante observar que la nación hasta ese momento no ha tomado la tierra bajo el Pacto Abrahámico que era incondicional (véase Gn. 12:2), ni tampoco ha poseído toda la tierra (Comp. Gn. 15:18 con Nm. 34:1-12).

El Pacto Israelí consta de siete partes:
(1) dispersión por la desobediencia, v. 1 (Dt 28:63-68; Gn. 15:18);
(2) futuro arrepentimiento de Israel durante la dispersión, v. 2;
(3) regreso del Señor, v. 3 (Am. 9:9-15; Hch. 15:14-17);
(4) restauración a la tierra prometida, v. 5 (Is. 11:11-12; Jer. 23:3-8; Ez. 37:21-25);
(5) conversión a nivel nacional, v. 6 (Os. 2:14-16; Ro. 11:26-27);
(6) juicio de los opresores de Israel, v. 7 (Is. 14:1-2; Jl. 3:1-8; Mt 25:31-46);
y (7) prosperidad nacional, v. 9 (Am. 9:11-15).

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Comentario por el Dr. C. I. Scofield

Pactos bíblicos: (4) el Abrahámico

«Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.» Génesis 12:2.

El Pacto Abrahámico en su constitución (Gn. 12:1-4) y confirmación (Gn. 13:14-17; 15:1-7,18-21; 17:1-8) tiene tres aspectos:

(1) La promesa de una gran nación:
“Haré de ti una nación grande”
(Gn. 12:2). Esta era una referencia primordial a Israel, los descendientes de Jacob, a quienes se promete posesión perpetua de la tierra (Gn. 17:8), con quienes se hace el pacto eterno (Gn. 17:7), y a quienes Dios dijo: “y seré el Dios de ellos” (Gn. 17:8). La promesa a Abraham también fue que él seria padre de otras naciones (comp. Gn. 17:6,20), cumplido principalmente a través de Ismael y Esaú.

(2) Abraham recibe cuatro promesas personales:
(a) Ser padre de numerosos descendientes (Gn. 17:16).
(b) Recibir bendición personal, “te bendeciré”, cumplido de dos maneras: temporalmente (Gn. 13:14-15,17; 15:18; 24:34- 35); y espiritualmente (Gn. 15:6; Jn. 8:56).
(c) Recibir honor en lo personal, “engrandeceré tu nombre” (Gn. 12:2), cumplido en el reconocimiento de todos los que honran la Biblia.
Y (d) ser el canal de bendición, “y serás bendición” (Gn. 12:2): cumplido en bendiciones a otros a través de su simiente Israel, que se convirtió en instrumento de revelación divina; a través de Abraham como un ejemplo de fe piadosa (Ro. 4:1-22); y preeminentemente a través de Cristo, simiente de Abraham (Ga. 3:16). Seguir leyendo Pactos bíblicos: (4) el Abrahámico

Pactos bíblicos: (3) el Noeico

«Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra» Génesis 9:16.

El Pacto Noeico reafirma las condiciones de vida para el hombre caído tal como se anunciaron en el Pacto Adánico, e instituye el principio del gobierno humano para refrenar el pecado ya que se habla eliminado la amenaza del juicio divino en la forma de otro diluvio. Los elementos del pacto son:

(1) El hombre es responsable de proteger la santidad de la vida humana por medio de gobierno disciplinado para con los hombres, llegando aún hasta la pena capital (Gn. 9:5-6; comp. Ro. 13:17).

(2) No hay maldición adicional sobre la tierra, ni tampoco el hombre debe temer otro diluvio universal (Gn. 8:21; 9:11-16).

(3) Se confirma el orden de la naturaleza (Gn. 8:22; 9:2). Seguir leyendo Pactos bíblicos: (3) el Noeico

Pactos bíblicos: (2) el Adánico

«Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.» Génesis 3:14

El Pacto Adánico condiciona la vida del hombre caído. Dichas condiciones deben permanecer hasta que, en la época del reino, “la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Ro. 8:21). Los elementos del pacto son:

(1) La serpiente, instrumento de Satanás, recibe maldición (v. 14; Ro. 16:20; 2 Co. 11:3,14; Ap. 12:9) y se convierte en la advertencia gráfica de Dios en la naturaleza con respecto a los efectos del pecado —de ser la más hermosa y perspicaz de las criaturas a ser un reptil repulsivo. El más profundo misterio de la cruz de Cristo está sorprendentemente ilustrado en la serpiente de bronce, un tipo de Cristo “hecho pecado por nosotros” al cargar con el juicio que merecíamos (Nm. 21:5-9; Jn. 3:14-15; 2 Co. 5:21).

(2) La primera promesa de un Redentor (v. 15). Aquí comienza la senda genealógica de la Simiente:
Abel, Set, Noé (Gn. 6:8-10), Sem (Gn. 9:26-27), Abraham (Gn. 12:1-4), Isaac (Gn. 17:19-21), Jacob (Gn. 28:10-14), Judá (Gn. 49:10), David (2 S. 7:5-17), Emanuel-Cristo (Is. 7:10-14; Mt. 1:1,20-23; Jn. 12:31-33; 1 Jn. 3:8).

(3) La modificación de la condición de la mujer (v. 16) en tres aspectos particulares: (a) concepción multiplicada; (b) dolores en la maternidad; (c) liderazgo del hombre (comp. Gn. 1:26-27). El desorden que genera el pecado hace necesaria una cabeza, posición que se le confiere al hombre (Ef. 5:22-25; 1 Co. 11:7-9; 1 Ti. 2:11-14).

(4) La ocupación liviana del Edén (Gn. 2:15) se transforma en labor pesada (3:18—19) como consecuencia de la maldición sobre la tierra (3:17).

(5) El inevitable dolor de la vida (v. 17).

(6) La brevedad de la vida y la trágica certidumbre de la muerte física de Adán y todos sus descendientes (v. 19; Ro. 5:12-21). No obstante, la maldición sobre el suelo es para el bien del hombre. No es bueno que el hombre viva sin trabajar.

echados del jardin

Comentario por el Dr. C. I. Scofield

Pactos bíblicos: ¿Qué y cuáles son?

Un pacto es un pronunciamiento soberano de Dios por el cual Él establece una relación de responsabilidad:
(1) entre Él mismo y un individuo (p. ej. Adán en el Pacto Edénico, Gn. 2:16ss.),
(2) entre Él y la humanidad en general (p. ej. en la promesa del Pacto Noeico de que nunca más destruiría toda carne con un diluvio, Gn. 9:9ss.),
(3) entre Él y una nación (p. ej. Israel en el Pacto Mosaico, Ex. 19:3ss.), o
(4) entre Él y una familia específica (p. ej. la casa de David en la promesa de un linaje real a perpetuidad a través del Pacto Davídico, 2 S. 7:16ss.).

Un pacto de una categoría puede superponerse con otros; p. ej. el Pacto Davídico, donde a una casa real que permanecería se le promete la bendición máxima, y la promesa no es sólo a David sino también a todo el mundo en el reinado de Jesucristo.

Los pactos por lo general son incondicionales en el sentido de que Dios, por gracia y por la irrestricta declaración de que hará algo, se obliga a consumar ciertos propósitos anunciados, a pesar de los fracasos por parte de la persona o pueblo con quien está haciendo el pacto. La respuesta humana al propósito divinamente anunciado siempre es importante, ya que conduce a la bendición por la obediencia y a la disciplina por la desobediencia. Pero por la falla humana nunca se habrá de abrogar el pacto ni bloquear su cumplimiento.

En el caso del Pacto Mosaico, el cumplimiento de todas las promesas fue condicional a la obediencia de Israel, como esta implícito en las palabras “…si… guardáis… seréis…” seguido por “Todo el pueblo respondió… Haremos todo lo que Jehová ha dicho” (Ex. 19:5,8).

Los tres pactos universales y generales son: el Adánico, el Noeico, y también el Edénico en el sentido de que toda la raza está representada y presente en el fracaso de Adán. Todos los otros pactos se efectúan con Israel o con los israelitas, y son de aplicación primaria a ellos, aunque con bendición final para todo el mundo.

Al explicar la forma en que se cumplen los propósitos de Dios con el hombre, se observan ocho grandes pactos de singular importancia. Dichos pactos son:

el Edénico (Gn. 2:16);
el Adánico
(Gn. 3:15);
el Noeico
(Gn. 9:16);
el Abrahámico
(Gn. 12:2);
el Mosaico
(Ex. 19:5);
el Israelí
(Dt. 30:3);
el Davídico
(2 S. 7:16);
el Nue­vo Pacto
(He. 8:8).

Comentario por el Dr. C. I. Scofield

«Cada judío que camina sobre la faz de la tierra es evidencia viva de que el Mesías vendrá algún día a reinar gloriosamente sobre el Trono de David, y que Su Reino se extenderá y gobernará todo el planeta. Es por esto que esta prueba viviente irrita tanto a nuestros enemigos; cuando consideramos la verdad de estas palabras, podemos entender por qué Satanás odia tanto al pueblo judío y a la entera Nación de Israel.»

George Peters, teólogo del Siglo XIX.

La misión de Israel en los planes de Dios

Israel, que recibe este nombre a causa del nieto de Abraham, fue elegida para una misión cuádruple:

(1) para dar testimonio de la unidad de Dios en medio de la idolatría universal:

Idolatria antigua Biblia.jpg

«Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.» [Dt. 6:4]

«Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.
Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios.» [Is. 43:10-12].

(2) para ilustrar a las naciones la bendición de servir al Dios verdadero:

Templo Israel

«No hay como el Dios de Jesurún, Quien cabalga sobre los cielos para tu ayuda,Y sobre las nubes con su grandeza. 
El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos; El echó de delante de ti al enemigo, Y dijo: Destruye.
E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola En tierra de grano y de vino; También sus cielos destilarán rocío.»
[Dt 33:26-29]
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Comprendiendo los conflictos entre árabes y judíos

Para comprender algo de la historia y los conflictos entre árabes y judíos, tenemos que buscarlo en la palabra de Dios.

En el Génesis capítulos 16, 17, 21 y 25 vemos que Abraham tuvo un hijo por Agar, que se llamaba Ismael, y que iba a ser hombre de guerra, iba a morar en medio de sus hermanos, iba a multiplicarse en gran manera y ser nación grande.

Los árabes llegaron casi a ser un imperio mundial en el séptimo siglo, pero luego comenzaron a declinar con su derrota en Tours, Francia, en el año 732 D.C. Han sido guerreros casi siempre, no han ido a vivir entre las otras naciones como los judíos, y todavía desempeñaran un papel en los cumplimientos proféticos. Dios, quien llamo a Abraham y le prometió una tierra especial, en el ombligo de la tierra, repitió la promesa a su hijo Isaac, a Jacob y sus descendientes, a Moisés, a David y a su hijo Cristo Jesús.

Los árabes tienen vastos territorios, Israel tiene un lugar muy pequeño, con las fronteras fijadas por el dueño del universo. Los judíos conquistaron la tierra prometida, quedaron allí por muchos siglos y llegaron a ser un imperio imponente bajo el rey Salomón. Luego en la cautividad babilónica, los judíos fueron llevados a diferentes lugares, pero unos cincuenta mil volvieron en tiempos de Nehemías y Esdras. Seguir leyendo Comprendiendo los conflictos entre árabes y judíos

Ama al pueblo judío

Breve historia del pueblo judío, pueblo escogido por Dios, gracias y por medio de quien el Señor Jesús, el Mesías prometido vino a este mundo.

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