El dominio tiránico de Enrique VIII preparó a Inglaterra para desempeñar un papel extraordinario. De allí en adelante la religión de Inglaterra sería la de su monarca. Cuando la Reforma Protestante finalmente llegó a Inglaterra, se convirtió en la religión de todo el país, haciendo, como resultado, que esa isla se convirtiera en un refugio para los que huían de la persecución católica en otras partes.

Los hugonotes, que se escapaban de la Francia católica, donde los estaban masacrando, transformaron la industria inglesa y trajeron gran prosperidad. Los misioneros evangélicos enviados desde las costas de Inglaterra llevarían el evangelio a todos los rincones de la tierra. Durant resume bien lo que pasó:
«Enrique VIII pensó reemplazar al papa mientras conservaba la misma fe anterior, pero este expreso desafío al papa, la rápida dispersión de monjes y reliquias, las repetidas veces que humilló al clero, la confiscación de las propiedades de la Iglesia, y la secularización del gobierno debilitaron el prestigio y la autoridad eclesiástica, de tal forma que produjo los cambios ideológicos que se implantaron durante los reinados de Eduardo e Isabel…
La eliminación del papado de los asuntos ingleses, por un tiempo dejó al pueblo a la misericordia del estado; pero a la larga los forzó a depender de ellos mismos en controlar a sus líderes y reclamar década tras década, una medida de libertad… Quizás Isabel y Shakespeare no habrían existido si Inglaterra no hubiera sido liberada por su peor rey y más poderoso monarca.»
Sin embargo, la preparación más importante para la Reforma en Inglaterra sería mediante la circulación de las Escrituras. Aún durante el reinado de Enrique VIII, copias del Nuevo Testamento en Inglés traducido por William Tyndale entraron de contrabando desde Alemania, donde se imprimían. Seguir leyendo Las circulación -de contrabando- de las Escrituras fue la preparación más importante para la Reforma en Inglaterra