La británica-israelí de 72 años, directora del Centro de Investigación de Medicina Natural Louis L. Borick en el Hospital Hadassah Ein Kerem (Jerusalén, Israel), recordó que los arqueólogos botánicos le dijeron que estaba “loca” y su proyecto nunca iba a funcionar. Pero la idea de Sarah Sallon resultó ser correcta.
Con mucha paciencia y cuidado, ella y su socia Elaine Solowey, experta en agricultura árida, quien lidera el Centro de Agricultura Sostenible en el Instituto Arava de Estudios Ambientales en Kibbutz Ketura, lograron cultivar palmeras de dátiles con semillas que datan del Reino de Judea, que emergió en el siglo XI antes de Cristo.
El reino era “conocido por la calidad y cantidad de sus dátiles”, y fueron exaltados por su “gran tamaño, su sabor dulce (…) y sus propiedades medicinales”, escribieron las dos en un artículo para la revista Science Advances.

“Se pueden dejar que las semillas permanezcan adormecidas miles de años, podemos creer que están extintas y ¡boom!, basta un par de manos de oro, como las de Elaine, para traerlas de vuelta a la vida”, declaró la especialista.

Antes de intentar revivir la palmera de dátiles, Sallon leyó sobre unas semillas de flor de loto que habían germinado después de mucho tiempo.
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